Daniel Felipe Lozano Díaz
La única respuesta, para Smith, de
la pregunta hecha, sería un “SI” rotundo; puesto que para tan fabuloso
economista, la intermediación del gobierno en los asuntos que competen a las
actividades económicas, como lo son la producción y la distribución, se verían
troncados y por lo tanto, afectarían posteriormente, no solo a las personas que
necesiten demandar el bien o el servicio sino que también, a los que los
producen. Este pensamiento, cabe resaltar que, es muy de la época, ya que Smith
venia de la corriente del pensamiento Fisiócrata y estos, del pensamiento
Mercantilista, lo que conlleva indudablemente a que, se mantuviera ese rechazo
y esa oposición hacia la intermediación del gobierno y así, que este, no se fuera
a entrometer en los asuntos de orden económico.
Ahora bien, contextualizando un
poco lo de la historia económica con nuestra realidad, nos daremos cuenta con
gran facilidad que, sin la intermediación del gobierno, en estos asuntos, el
bienestar del que se habla, solo sería alcanzado por unos pocos. ¿Por qué por
unos pocos? Porque sin las leyes y normas que restringen de alguna manera la
competencia y el comercio de los bienes y servicios, el asunto ya se volvería o
tomaría un carácter monopolizador.
En mi opinión, Smith se encontraba
errado en ese sentido, porque él afirmaba que, si cada persona “buscaba satisfacer
sus propios intereses, todos los individuos serian conducidos por una - mano
invisible - que les permitiría alcanzar el mejor objetivo social posible” pero,
si damos una mirada más profunda y realista al asunto, cada persona, como ya
sabemos, actúa de una manera egoísta y en últimas, lo que le interesa a cada
quien es el bienestar propio, más que el general. Refuto la idea de Smith con
respecto este campo, sin embargo, no la desvaloro ni quito importancia porque
hay que meterse en la época y darse cuenta que, el papel del gobierno, quizá no
era el mismo que ahora cumple. Claro está, por supuesto, que para la actualidad,
no sería del todo malo eliminar la intermediación del gobierno, ya que éste,
está lleno de corrupción y por lo tanto, vela por los intereses de quien le
convenga, así, el gobierno, con tan majestuoso poder político, podría implantar
leyes que afecten a unos y favorezca a otros.
Entonces, nace para mi concepto,
una paradoja muy difícil de solucionar, puesto que por un lado, la intermediación
del gobierno se hace necesaria para evitar los problemas de los monopolios y por
el otro, tronca las posibilidades de que las personas “del común” puedan
ascender y llegar a mejorar sus vidas en
todo sentido, es decir, es “bueno” por
el hecho de que evita que los que tienen mayores posibilidades de comercializar
y de estafar, se conviertan en los únicos ricos y en los únicos que pueden
gozar de estos privilegios; y es “malo” porque también evita que los que tienen
escasas maneras de emerger, lo hagan, precisamente, porque a estos son los que
las políticas de los malos gobiernos afectan de manera permanente y muy
considerable.
Ya para concluir, acepto y admiro
la labor de Smith por tratar de velar por los intereses de la gente en
particular, tratando de excluir al gobierno corrupto pero, como lo dije anteriormente,
refuto la idea de que él también haya apoyado el carácter monopolizador que posteriormente
y sin duda alguna, afectaría a las personas más vulnerables, o sea, a las
mayorías.
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