Eduar Bedoya
Es muy claro que la ventaja
absoluta, planteada por Adam Smith, es nombrada en nuestro tiempo como el
comercio exterior, comercio internacional, etc.
Hasta hoy en el siglo XXI,
son aplicados esos principios que hace mucho tiempo fueron planteados de manera
académica e investigativa. Ha tenido un gran impacto en nuestra sociedad.
Cada nación busca un
beneficio o ganancia en el comercio que realiza frente a los demás países a su
alrededor, y aquellos países harán lo posible por no quedar atrás, es decir hay
una competencia; cada nación se enfrenta a competencia comercial interna y
externa o internacional. Ese beneficio quiere lograrlo mediante la mayor venta
de sus productos a un precio que pueda ser comprado por los demandantes,
desencadenando también la búsqueda de gastar menos en la producción y ganar más
del valor-trabajo incorporado en el bien. Eso implica incorporar tecnología,
mano de obra eficiente y eficaz para lograr la meta.
Cada país es un ejemplo de
ventaja absoluta, pues no me imagino a ninguno queriendo abastecerse por sí
solo, y no competir en el comercio exterior, aunque haciendo la excepción de
Venezuela, nación que no quiere tener posición en el comercio exterior por
mandato de Nicolás Maduro; pero de resto los países necesitan de esa variable
económica que es el comercio exterior para crecer económicamente por medio de
las exportaciones e importaciones.
Un ejemplo que es muy
reconocido es el de China, por su gran avance tecnológico y su aplicación de la
división del trabajo obteniendo así eficacia de la producción de bienes; China
está en los primeros puestos en eficacia y eficiencia en la producción, puesto
que en otra nación un producto es más caro que el elaborado en territorio chino.
En nuestra actualidad es muy
claro que ese principio que hace mucho tiempo fue planteado, es utilizado para
la obtención de beneficios nacionales para el crecimiento económico.
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