Jhonatan Sánchez
Estamos
en una sociedad en la cual la mano de obra está calificada y pagada a través de
un salario. No podemos ignorar el hecho de que en muchas ocasiones el salario
con el cual es pagada esa mano de obra es sencillamente miserable. Somos seres
humanos y necesitamos suplir necesidades básicas, sin embargo esto no significa
que las condiciones de vida tengan que ser deplorables.
Ricardo
en su obra nos plantea la relación por la cual se remunerará la mano de obra.
Hay que tener en cuenta que la mano de obra, según éste autor no es un sector
social que necesite gozar de mayores privilegios o mejor dicho, de bienes
lujosos y cuya obtención sea exclusiva. Los trabajadores sólo se verán en la
necesidad de tener comida y un vestido que les garantice la proliferación de
sus familias, asegurando a su vez que la clase trabajadora se multiplique y que
así no exista una crisis a futuro por escasez de la mano de obra. Estas son las
condiciones que debe suplir un empresario a sus trabajadores.
Según
lo anterior, claramente se puede percibir el juego de beneficios que trae para
un empresario el hecho de que sus trabajadores no tengan que contar con unas
condiciones óptimas de vida, sino que más bien deban esperar un salario
precario que les garantice su subsistencia. Pero ante esta situación Ricardo
también nos plantea los pros que puede percibir la mano de obra- de una manera
despectiva y subestimada, se pretende que los seres humanos sean una mercancía
más la cual se compra y se vende-. “Cuando el precio del mercado de la mano de
obra excede su precio natural, la condición del trabajador es floreciente y
dichosa, y puede disponer en mayor proporción de los productos esenciales y de
los goces de la vida y, por ende, criar una familia sana y numerosa.”
Es
entendible que este planteamiento y esta forma de pensar se tuvieran en el
siglo XVIII, en donde todavía se esperaba que los trabajadores sobrevivieran.
Lo realmente incomprensible es que el sistema capitalista adoptara este modo de
relación salarial y dejara a un lado la dignidad de la persona. Se sabe que la
ética capitalista es en sí misma déspota e irreverente, en donde no interesa
por encima de quien se tenga que pasar para lograr los objetivos
propuestos…pero ¿dónde queda la clase baja? Esa clase que por lo visto y de
acuerdo a los esquemas de nuestra sociedad, aún hoy en pleno siglo XXI, no
tiene ni voz ni voto. Se supone que este es el tiempo donde mejor se puede
vivir, el tiempo en que los neoliberales nos hablan de desarrollo a cada instante,
el tiempo de los grandes avances arquitectónicos y paradójicamente el tiempo de
las casas de barro; el tiempo de las redes sociales y a la vez de lugares sin
electricidad. El tiempo en el que crece la industria a niveles estrafalarios y
escasea cada vez más el agua.
Estas
comparaciones han sido puestas para dar un bosquejo global de la situación
actual de nuestra sociedad, para que se manifieste la desigualdad que el
sistema implanta al poner un salario que no garantiza buenas condiciones de
vida sino que empeora las mismas. Por lo visto, este fenómeno no importa si
suben las tasas de utilidad y si el consumidor aumenta la demanda de los
productos que cada día invaden el mercado. La clase que trabaja matándose para
conseguir un salario mínimo; el mismo salario del cual nos habla Ricardo, no
percibe los frutos de su trabajo como sí lo haría un funcionario público. No se
trata de querer lograr un sistema socialista como bien diría Marx, de alcanzar
una utopía como el comunismo, no. Se trata de que estamos sumergidos en un
sistema cuyos principios en sí mismos son inhumanos pues fomenta el
individualismo y el crecimiento propio a costa del empobrecimiento de otros. No
se logra un cambio de la noche a la mañana, pero se puede lograr un cambio en
esas estructuras injustas si al menos una pequeña parte de quienes controlan el
poder pudiera concientizarse de los daños que trae no solo para la humanidad
sino para el planeta ese deseo insaciable de querer acaparar cada vez más lo
que se les plazca. Si tanto se nos habla de desarrollo, debemos saber que éste
no puede estar en contra de la felicidad humana sino a favor de la misma.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario