Es curioso como aun en nuestro tiempo el tener un nombre de “prestigio”
pesa bastante al momento de realizar una venta, incluso entre países lo podemos
ver, por ejemplo, en el hecho de que las naciones pobres tengan la necesidad de
tener más dinero que las naciones ricas, sólo porque deben pagar de contado al
no existir hombres “de renombre” cuya promesa de pago por escrito sea aceptada
como garantía segura, ahí es donde vemos como muchas de las grandes potencias
del mundo se mantienen en gran parte gracias a las deudas que contraen con
otros países, lo que hace que los préstamos sean una parte importante dentro de
la economía mundial, préstamos que en muchos casos se extienden a tal punto en
que se vuelven prácticamente imposibles de pagar, lo que nos lleva a
preguntarnos, ¿Qué pasará cuando los países prestamistas decidan cobrar su
dinero?, si rondamos un poco la economía mundial, nos damos cuenta de que la
deuda externa de muchos países es alta, incluso la de potencias mundiales como
Estados Unidos quién tiene consigo una importante deuda con países como China y
Japón, entre otros. Si nos guiáramos por teorías de conspiración, podríamos
pensar que al EE.UU no poder pagar su deuda, entraría en guerra con los países
a los que le debe, pero la verdad es que es muy difícil decir con claridad lo
que podría suceder en tal escenario, lo cierto es que la deuda existe y seguirá
creciendo conforme pase el tiempo, ¿Cómo se resolverá este asunto? Sinceramente
no lo sé, pues es muy difícil prever el futuro y más desde el campo de la
economía.
Sabiendo ya que los países pobres deben pagar de contado sus compras,
nuestro enfoque ahora debe centrarse en el cómo generar riqueza, pues para
comprar hay que vender, como decía Quesnay: “Todo el que está comprando un
producto es porque está vendiendo”, entonces nos enfocamos en lo que nuestro
país tiene para ofrecer y nos damos cuenta que nos encontramos sobre la mina de
oro que cualquier país del primer mundo desearía, nuestros recursos naturales
son abundantes (aunque eso ya lo sabemos) lo cual debería ser suficiente para
satisfacer nuestras necesidades, ¡pero no!, la avaricia nos hace desear mucho
más que eso, ahí es cuando le descontamos valor a lo importante y se lo
aumentamos a lo no importante y perdemos el verdadero valor de las cosas
sumergiéndonos entre la teoría del valor de uso y el valor de cambio, algo tan
simple como atesorar lo que satisface nuestras necesidades básicas (agua, comida,
etc.), lo complicamos al mezclar lo que necesitamos con lo que deseamos para
nuestro placer, nos es más valioso un electrodoméstico que una botella de agua,
porque nuestro consumismo ha aumentado entre generaciones, lo que en un
principio no es malicioso, pero si lo es cuando nuestro consumo desborda
nuestra capacidad de adquisición, si todos tuviésemos la capacidad de compra de
un país de primer mundo, seguramente este planeta estaría al borde del colapso
o quien sabe, quizá ya hubiese desaparecido. Teniendo en cuenta esta sucesión
de ideas, vemos como el problema en realidad no es generar riqueza o producir
hasta más no poder, sino cambiar de mentalidad, darle valor a lo realmente
importante, aprender a vivir con lo necesario sin los excesos a los que nos han
acostumbrado.
SEBASTIAN BENITEZ C.
CÓDIGO: 104416010690
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