Podemos
decir que de forma similar a Adam Smith, Ricardo propone que los pagos a los
trabajadores tienen un precio natural y un precio de mercado. Esto se puede ver en el inicio del capítulo salarial de
Principios de Economía Política y Tributación cuando Ricardo afirma que “La
mano de obra, al igual que las demás cosas que se compran y se venden, y que
pueden aumentar o disminuir en cantidad, tiene su precio natural y su precio de
mercado. El precio natural de la mano de obra es el precio necesario que
permite a los trabajadores, subsistir y conservar su raza, sin incremento ni
disminución” El determinante principal de este último, a diferencia de los
precios naturales de los demás bienes mercantiles en la economía ricardiana, no
era el trabajo equivalente que había detrás de su elaboración ya que como es
evidente, el trabajo no puede determinar el trabajo. Dicho de otra forma, es
difícil justificar inclusive hoy en día, con los avances de la ciencia
occidental que existen fábricas donde se produce mano de obra y a partir del trabajo equivalente que requiere
su producción se pueda determinar su precio, es decir el salario. Para evitar esta paradoja teórica
David Ricardo sugirió tratar la remuneración salarial en su dimensión natural,
de una manera diferente a la de los precios de las otras mercancías que se
transan en los mercados. De esta manera, propone que el nivel natural de los
salarios está asociado al valor real de un paquete mínimo de consumo, definido
de forma frecuente y que en consecuencia puede variar. Esto es claro cuando
Ricardo sugirió que los salarios naturales en un mismo país varían en distintas
épocas, y difiere cuantiosamente de un país a otro. Depende esencialmente de
los hábitos y costumbres de la gente. Por otra parte el salario de mercado se
define como aquel que efectivamente se paga a los trabajadores por su labor,
este debe tender hacia su par natural.
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