El trabajo como ya sabemos, es
el único y definitivo patrón efectivo por el cual se comparan y estiman los
valores de todos los bienes, y sólo se altera al introducir un cambo técnico,
como la Revolución Industrial (1750-1850)
Esta revolución, fue la base
para empezar a cambiar la mano de obra, utilizar nuevas herramientas que
agilicen el proceso de producción y lo maximicen a su vez. Su crecimiento
económico nos dio paso a un nuevo tiempo, un tiempo de reinversión del capital,
se eleva la productividad del trabajo, y el Estado favoreció a las empresas por
medio de dinero o leyes.
El capitalismo industrial,
inició altamente competitivo, ya que as empresas eran pequeñas y ninguna se
destacaba como tal en ningún sector, más tarde, la acumulación del capital y
los avances tecnológicos aceleraron la salida de este proceso de
competencia. Continuando así a la
aparición de distintos sectores oligopolistas y monopolistas dominados por
pocas empresas y hasta solo una.
Estas grandes empresas, con el
fin y la mentalidad de expandir más su comercio en el mercado mundial, llegaron
a África, convirtiendo a este continente en un sistema colonial, es decir, ‘’sistema
de relaciones sociales capitalistas existentes entre países de los cuales unos
son económica y políticamente dependientes y objeto de explotación (colonias),
y otros dominan y explotan (metrópolis) ’’
El
trabajo pudo alterarse en Europa, Estados Unidos, pero tanto en África como
América Latina, ha sido manejado por estos que nos han explotado desde más
atrás de la revolución industrial. Aquí, apenas llegan las maquinarias,
seguimos trabajando (no todos) sin el nivel de producción manufacturera, por lo
cual se ve en nuestro retraso social y económico que nos ha marcado tanto la
hora de ir en busca de un desarrollo.
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