miércoles, 16 de septiembre de 2015

ADAM SMITH & LA CONDUCTA HUMANA.


JHOAN LOPEZ.
Analizar  la esencia de una buena vida no parece ser una cuestión económica y material, el  ¿Cómo ser bueno?, ¿cómo ser feliz?, ¿cómo ser querido? Y tal vez especialmente ¿cómo hacerse más asequible a ser querido? suenan como tontos títulos de capítulos de un libro de auto ayuda o una revista especialmente insípida más  sin embargo son las preguntas centrales de un libro de un autor realista, amante del libre mercado, economista de tendencia libertaria, Russ Roberts quien  se refiere en su trabajo literario “ a la conocida polémica sobre los “dos Adam Smith”, el de “La Riqueza de las Naciones” donde el individuo parece solo perseguir su interés material, y el de “La Teoría de los Sentimientos Morales” donde aparece como atento a los demás.
EL libro de Smith con menos difusión  “LA TEORIA DE LOS SENTIMIENTOS MORALES” ayuda a entender la simpatía por el sentido y opulencia de lujuria material del hombre,  abrirse a un nuevo mundo de intersubjetividad con el prójimo para entender sus problemas, y cómo la gente puede tener pensamientos monstruosos pero raramente actúa según ellos pues su doctrina masificada lo delimita. Lo que permite entender por qué la gente adora a los políticos y cómo la moralidad es parte de la trama básica del mundo.
Smith decía que entre nuestros principales objetivos se encuentre el de ser queridos por lo que no solamente decimos romance sino el respeto de nuestras comunidades- y pode ser seres que reciben lo que brinda en un sentido ético, es decir que merecemos ser queridos.  ¿Cómo nos mantenemos querido y queribles?, debemos  Retornar a  la comunidad y seguir los estándares comunitarios según  un orden emergente, un fenómeno vivo, democrático, de base, que funciona como un mercado. Sucedió como Smith predijo. El hombre tiene una necesidad innata de respetar los sentimientos y los juicios de sus pares; para estar más o menos satisfecho cuando ellos aprueban su conducta, y para ser más o menos dañada cuando la desaprueban, de la misma forma que el mercado funciona en base al retorno, si el precio de la manzana sube, menos gente la compra, también lo hacen las normas de desarrollo social. El mensaje de Smith, dice Roberts, fue que “siendo confiable y honesto y un amigo o pariente confiable no solamente lleva a una placentera interacción con la gente alrededor de su entorno, también mantiene y ayuda a extender la cultura de la decencia más allá de uno mismo”.
Así es como uno hace del mundo un mejor lugar: reconociendo que se es parte de un sistema y simplemente siendo una mejor persona. Y sin embargo, el villano de los “sentimientos morales” es el “hombre del sistema”- el que busca rediseñar todo según un plan maestro, como si la sociedad fueran piezas en un tablero de ajedrez. Esos hombres no entienden que cada pieza tiene una mente y objetivos propios, pues se rige a continuación en los siguientes contextos:

Todos somos innatamente interesados y materialistas, pero también estamos cableados para ayudar a los demás. Smith subraya que la empatía es uno de los motivadores más fundamentales de la humanidad, y afirma esto desde el primer momento. La primera línea de este texto dice “Por más egoísta que se pueda suponer al hombre, existen evidentemente en su naturaleza algunos principios que  le hacen interesarse por la suerte de los otros, y hacen que la felicidad de éstos le resulte necesaria, aunque no derive de ella nada más que el placer de contemplarla”.

Smith no sólo niega que sólo nos interesemos por nosotros mismos, y que vivimos en un mundo donde los individuos deben competir por los recursos en un entorno de competitividad fomentada por la doctrina teocéntrica burguesa de su época, y quien contamina y fomenta  la esencia humana desde su desarrollo doctrinal subconsciente. Pero en realidad  lo que  importa es  nuestra habilidad para compartir lo que sentimos por los otros, una característica que define al humano. Podemos ser egoicos  y altruistas al mismo tiempo. La virtud de la benevolencia, escribe Smith, es “capaz de contrarrestar” nuestros impulsos egoístas más fuertes, por ejemplo, cuando tenemos la opción entre hacernos un pequeño daño a nosotros y un daño significativo a un número de personas, sacrificaremos nuestro interés egoísta y permitiremos que el daño se haga hacia nosotros.

Hacemos este sacrificio por un imaginario “espectador imparcial”, escribe Smith, quien creemos que es un juez de moral de nuestras acciones. El espectador imparcial es una suerte de palo moral contra el cual juzgamos nuestras propias acciones y las acciones de los demás, lo que sirve para recordarnos qué tan pequeñas son nuestras preocupaciones y cuando las vemos a través del lente de la humanidad. Como resultado, reflejarnos en el juicio del espectador imparcial nos enseña tanto humildad como generosidad.

 El deseo de ser amado es universal, en La Teoría de los Sentimientos Morales, el padre fundador del capitalismo dijo que la búsqueda de fama y fortuna no es lo que nos hará felices. Lo que realmente queremos es ser amados, y encontrar un sentido en lo que hacemos. Nuestro deseo es ser amados, respetados y apreciados, de hecho, Smith va más lejos afirmando que “la parte más fuerte de la felicidad humana surge de la consciencia de ser amados”. Para Smith, no se trata sólo de tener una pareja romántica. Como explica Roberts, somos felices cuando quienes nos rodean “nos aman por lo que somos y por cómo somos”. “Cuando ganamos admiración de los demás honestamente siendo respetables, honorables, intachables, generosos y bondadosos, el resultado final es la felicidad verdadera”, escribió Roberts. Hay otra razón por la que el dinero no puede comprar la felicidad. Smith cree que tener muchas cosas, o como el lo pone “baratijas de utilidad frívola” no contribuye con nuestra felicidad, y puede en su lugar actuar como una carga que nos hunde.

No gastes tu energía en tratar de cambiar las cosas que no puedes controlar. Smith estaba muy influenciado por los antiguos Griegos y los filósofos romanos, particularmente los Estoicos, quienes crearon una filosofía para ayudar a la gente a encontrar significado y felicidad en un mundo inherentemente caprichoso e impredecible. El concepto base de la filosofía estoica se refleja en las palabras de una famosa oración de la serenidad: “Dios dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar; valentía para cambiar las cosas que sí puedo cambiar; y sabiduría para saber la diferencia”.

Smith escribe que la felicidad necesita que actuemos con lo que está bajo nuestro propio control, y que dejemos ir lo que no podemos controlar –“nunca te quejes de lo que en todo momento está en tu poder para liberarte”.

 Deja ir los apegos. Una de las lecciones principales en La Teoría de los Sentimientos Morales es que para poder encontrar la felicidad, debemos dejar ir nuestras expectativas y nuestros apegos hacia resultados particulares. Es una idea que se ve reflejada en un número de tradiciones religiosas y de sabiduría, y es tal vez mejor conocida como una de las cuatro nobles verdades “el apego crea sufrimiento” El apego nos provoca magnificar nuestros problemas, y hacer que parezcan peor al estar comparando constantemente lo que tenemos con lo que queremos. Smith urge que dejemos ir la comparación y el aferramiento para poder encontrar paz mental. Escribe:

“La gran fuente de miseria y de desórdenes de la vida humana nace de la sobrevaloración de la diferencia entre una situación permanente y otra. La avaricia estima la diferencia entre pobreza y riqueza; la ambición entre un estado privado y uno público; la arrogancia, entre la oscuridad y una reputación conspicua. Una persona bajo la influencia de cualquier de estas pasiones no sólo se siente desgraciada en su situación, sino que, con frecuencia, está dispuesta a perturbar la paz de la sociedad con el fin de llegar a una situación supuestamente mejor. La observación más superficial, no obstante, puede satisfacerlo, por cuanto en todas las situaciones comunes de la vida humana, una mente bien intencionada puede estar igualmente calmada, igualmente alegre e igualmente contenta”.



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