JHOAN LOPEZ.
Analizar la esencia de una buena vida no parece ser una
cuestión económica y material, el ¿Cómo
ser bueno?, ¿cómo ser feliz?, ¿cómo ser querido? Y tal vez especialmente ¿cómo
hacerse más asequible a ser querido? suenan como tontos títulos de capítulos de
un libro de auto ayuda o una revista especialmente insípida más sin embargo son las preguntas centrales de un
libro de un autor realista, amante del libre mercado, economista de tendencia
libertaria, Russ Roberts quien se
refiere en su trabajo literario “ a la conocida polémica sobre los “dos Adam
Smith”, el de “La Riqueza de las Naciones” donde el individuo parece solo
perseguir su interés material, y el de “La Teoría de los Sentimientos Morales”
donde aparece como atento a los demás.
EL libro de Smith con
menos difusión “LA TEORIA DE LOS
SENTIMIENTOS MORALES” ayuda a entender la simpatía por el sentido y opulencia
de lujuria material del hombre, abrirse
a un nuevo mundo de intersubjetividad con el prójimo para entender sus problemas,
y cómo la gente puede tener pensamientos monstruosos pero raramente actúa según
ellos pues su doctrina masificada lo delimita. Lo que permite entender por qué
la gente adora a los políticos y cómo la moralidad es parte de la trama básica
del mundo.
Smith decía que
entre nuestros principales objetivos se encuentre el de ser queridos por lo que
no solamente decimos romance sino el respeto de nuestras comunidades- y pode
ser seres que reciben lo que brinda en un sentido ético, es decir que merecemos
ser queridos. ¿Cómo nos mantenemos
querido y queribles?, debemos Retornar
a la comunidad y seguir los estándares
comunitarios según un orden emergente,
un fenómeno vivo, democrático, de base, que funciona como un mercado. Sucedió
como Smith predijo. El hombre tiene una necesidad innata de respetar los
sentimientos y los juicios de sus pares; para estar más o menos satisfecho
cuando ellos aprueban su conducta, y para ser más o menos dañada cuando la
desaprueban, de la misma forma que el mercado funciona en base al retorno, si
el precio de la manzana sube, menos gente la compra, también lo hacen las
normas de desarrollo social. El mensaje de Smith, dice Roberts, fue que “siendo
confiable y honesto y un amigo o pariente confiable no solamente lleva a una
placentera interacción con la gente alrededor de su entorno, también mantiene y
ayuda a extender la cultura de la decencia más allá de uno mismo”.
Así es como uno hace
del mundo un mejor lugar: reconociendo que se es parte de un sistema y
simplemente siendo una mejor persona. Y sin embargo, el villano de los
“sentimientos morales” es el “hombre del sistema”- el que busca rediseñar todo
según un plan maestro, como si la sociedad fueran piezas en un tablero de
ajedrez. Esos hombres no entienden que cada pieza tiene una mente y objetivos propios,
pues se rige a continuación en los siguientes contextos:
Todos somos innatamente interesados y materialistas, pero también estamos cableados para ayudar a los demás. Smith subraya
que la empatía es uno de los motivadores más fundamentales de la humanidad, y
afirma esto desde el primer momento. La primera línea de este texto dice “Por
más egoísta que se pueda suponer al hombre, existen evidentemente en su
naturaleza algunos principios que le
hacen interesarse por la suerte de los otros, y hacen que la felicidad de éstos
le resulte necesaria, aunque no derive de ella nada más que el placer de
contemplarla”.
Smith no sólo niega
que sólo nos interesemos por nosotros mismos, y que vivimos en un mundo donde
los individuos deben competir por los recursos en un entorno de competitividad
fomentada por la doctrina teocéntrica burguesa de su época, y quien contamina y
fomenta la esencia humana desde su
desarrollo doctrinal subconsciente. Pero en realidad lo que
importa es nuestra habilidad para
compartir lo que sentimos por los otros, una característica que define al
humano. Podemos ser egoicos y altruistas
al mismo tiempo. La virtud de la benevolencia, escribe Smith, es “capaz de
contrarrestar” nuestros impulsos egoístas más fuertes, por ejemplo, cuando
tenemos la opción entre hacernos un pequeño daño a nosotros y un daño
significativo a un número de personas, sacrificaremos nuestro interés egoísta y
permitiremos que el daño se haga hacia nosotros.
Hacemos este
sacrificio por un imaginario “espectador imparcial”, escribe Smith, quien
creemos que es un juez de moral de nuestras acciones. El espectador imparcial
es una suerte de palo moral contra el cual juzgamos nuestras propias acciones y
las acciones de los demás, lo que sirve para recordarnos qué tan pequeñas son
nuestras preocupaciones y cuando las vemos a través del lente de la humanidad.
Como resultado, reflejarnos en el juicio del espectador imparcial nos enseña
tanto humildad como generosidad.
El
deseo de ser amado es universal, en La Teoría de los Sentimientos Morales,
el padre fundador del capitalismo dijo que la búsqueda de fama y fortuna no es
lo que nos hará felices. Lo que realmente queremos es ser amados, y encontrar
un sentido en lo que hacemos. Nuestro deseo es ser amados, respetados y apreciados,
de hecho, Smith va más lejos afirmando que “la parte más fuerte de la felicidad
humana surge de la consciencia de ser amados”. Para Smith, no se trata sólo de
tener una pareja romántica. Como explica Roberts, somos felices cuando quienes
nos rodean “nos aman por lo que somos y por cómo somos”. “Cuando ganamos
admiración de los demás honestamente siendo respetables, honorables,
intachables, generosos y bondadosos, el resultado final es la felicidad
verdadera”, escribió Roberts. Hay otra razón por la que el dinero no puede
comprar la felicidad. Smith cree que tener muchas cosas, o como el lo pone “baratijas
de utilidad frívola” no contribuye con nuestra felicidad, y puede en su lugar
actuar como una carga que nos hunde.
No gastes tu energía
en tratar de cambiar las cosas que no puedes controlar. Smith estaba muy
influenciado por los antiguos Griegos y los filósofos romanos, particularmente
los Estoicos, quienes crearon una filosofía para ayudar a la gente a encontrar
significado y felicidad en un mundo inherentemente caprichoso e impredecible.
El concepto base de la filosofía estoica se refleja en las palabras de una
famosa oración de la serenidad: “Dios dame la serenidad para aceptar las cosas
que no puedo cambiar; valentía para cambiar las cosas que sí puedo cambiar; y
sabiduría para saber la diferencia”.
Smith escribe que la
felicidad necesita que actuemos con lo que está bajo nuestro propio control, y
que dejemos ir lo que no podemos controlar –“nunca te quejes de lo que en todo
momento está en tu poder para liberarte”.
Deja ir
los apegos. Una de las lecciones principales en La Teoría de los
Sentimientos Morales es que para poder encontrar la felicidad, debemos dejar ir
nuestras expectativas y nuestros apegos hacia resultados particulares. Es una
idea que se ve reflejada en un número de tradiciones religiosas y de sabiduría,
y es tal vez mejor conocida como una de las cuatro nobles verdades “el apego
crea sufrimiento” El apego nos provoca magnificar nuestros problemas, y hacer
que parezcan peor al estar comparando constantemente lo que tenemos con lo que
queremos. Smith urge que dejemos ir la comparación y el aferramiento para poder
encontrar paz mental. Escribe:
“La gran fuente de
miseria y de desórdenes de la vida humana nace de la sobrevaloración de la
diferencia entre una situación permanente y otra. La avaricia estima la
diferencia entre pobreza y riqueza; la ambición entre un estado privado y uno
público; la arrogancia, entre la oscuridad y una reputación conspicua. Una
persona bajo la influencia de cualquier de estas pasiones no sólo se siente
desgraciada en su situación, sino que, con frecuencia, está dispuesta a
perturbar la paz de la sociedad con el fin de llegar a una situación
supuestamente mejor. La observación más superficial, no obstante, puede
satisfacerlo, por cuanto en todas las situaciones comunes de la vida humana,
una mente bien intencionada puede estar igualmente calmada, igualmente alegre e
igualmente contenta”.
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