Isabella torres león
En algún
lugar de Inglaterra, de cuyo nombre me abstengo a recordar y por esos días donde proliferan los primeros
pensadores del pensamiento clásico, reside el pensamiento de quien es
considerado el padre de la economía, autor de la Teoría de los sentimientos
morales y de la Investigación acerca de la naturaleza y causa de la Riqueza de
las Naciones. Adam Smith un filósofo intelectual y por vocación
un maestro de juventudes, combina la
historia, la naturaleza humana, la política, la ética y el desarrollo económico de manera ejemplar.
Afirma que el ser humano, en lo que respecta al ámbito económico, se mueve
principalmente de forma egoísta, es decir, por su interés individual, ese
egoísmo actuará como motor del crecimiento económico, lo que llamo en una de
sus obras “la mano invisible”, como metáfora para describir el fenómeno de
autorregulación de los mercados, que hace tender a un equilibrio entre las
distintas fuerzas económicas.
Mientras Su vida transcurría apaciblemente en
medio de libros, lecturas, investigaciones y observaciones, Smith publica en
1776 su obra cumbre: Investigación sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza
de las Naciones conocida hoy en día como riqueza de las naciones, esta extensa
obra de Smith recoge todo el pensamiento de una época y por tal razón tiene un
carácter crítico, pues tuvo un completo conocimiento filosófico y económico de
su tiempo, hace referencia a la especialización de la producción que resulta de
la división del trabajo como una consecuencia necesaria de la naturaleza
humana que pretende la propensión a
cambiar o permutar una cosa por otra, su clásico ejemplo de la fabricación de
alfileres, el origen y uso del dinero, los precios de los bienes, los salarios
de los trabajadores, la ganancias, la fluctuación de los valores de la plata y
el oro, la renta de la tierra y los gastos públicos, fueron unos de sus
principales análisis.
Los
economistas modernos dirían de Smith que era un teórico macroeconómico
interesado por las fuerzas que determinan el crecimiento económico. Pero las
fuerzas que examinó Smith eran más amplias que las que se estudian en la economía
moderna e introdujo teorías y mecanismos
que puede fomentar la riqueza general de un país y para ello formula sus
famosos principios que impulsan al hombre a la satisfacción de los propios intereses y
sus propios beneficios en la sociedad a través de la división del trabajo y a la acumulación del capital, argumenta que
la los seres humanos son racionales, calculadores y actúan movidos
principalmente por sus intereses económicos personales.
Ahora
entiendo que el rol de padre no se gana fácilmente además cambiar el mundo,
amigo sancho, que no es locura ni utopía, si no justicia. Hace parte de nuestra
realidad, esa realidad que adopto Smith en la visión histórica al progreso de
la humanidad y que aún hoy en día se
conserva y perdurara hasta que el ingenioso hidalgo comprenda que “No es de la benevolencia del
carnicero, el cervecero o el panadero que esperamos nuestra cena, sino de su
relación con su propio interés. Nos dirigimos, no a su humanidad sino a su amor
propio”.
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