martes, 15 de septiembre de 2015

El mundo utópico de Adam Smith


                                                                                                 Isabella torres león
 En algún lugar de Inglaterra, de cuyo nombre me abstengo a recordar y  por esos días donde proliferan los primeros pensadores del pensamiento clásico, reside el pensamiento de quien es considerado el padre de la economía,  autor de la Teoría de los sentimientos morales y de la Investigación acerca de la naturaleza y causa de la Riqueza de las Naciones.  Adam Smith  un filósofo intelectual y por vocación un maestro de juventudes,  combina la historia, la naturaleza humana, la política,  la ética y el desarrollo económico de manera ejemplar. Afirma que el ser humano, en lo que respecta al ámbito económico, se mueve principalmente de forma egoísta, es decir, por su interés individual, ese egoísmo actuará como motor del crecimiento económico, lo que llamo en una de sus obras “la mano invisible”, como metáfora para describir el fenómeno de autorregulación de los mercados, que hace tender a un equilibrio entre las distintas fuerzas económicas.                                                        
Mientras Su vida transcurría apaciblemente en medio de libros, lecturas, investigaciones y observaciones, Smith publica en 1776 su obra cumbre: Investigación sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones conocida hoy en día como riqueza de las naciones, esta extensa obra de Smith recoge todo el pensamiento de una época y por tal razón tiene un carácter crítico, pues tuvo un completo conocimiento filosófico y económico de su tiempo, hace referencia a la especialización de la producción que resulta de la división del trabajo como una consecuencia necesaria de la naturaleza humana  que pretende la propensión a cambiar o permutar una cosa por otra, su clásico ejemplo de la fabricación de alfileres, el origen y uso del dinero, los precios de los bienes, los salarios de los trabajadores, la ganancias, la fluctuación de los valores de la plata y el oro, la renta de la tierra y los gastos públicos, fueron unos de sus principales análisis.
 Los economistas modernos dirían de Smith que era un teórico macroeconómico interesado por las fuerzas que determinan el crecimiento económico. Pero las fuerzas que examinó Smith eran más amplias que las que se estudian en la economía moderna e introdujo teorías y mecanismos  que puede fomentar la riqueza general de un país y para ello formula sus famosos principios que impulsan al hombre  a la satisfacción de los propios intereses y sus propios beneficios en la sociedad a través de la división del trabajo  y a la acumulación del capital, argumenta que la los seres humanos son racionales, calculadores y actúan movidos principalmente por sus intereses económicos personales.
Ahora entiendo que el rol de padre no se gana fácilmente además cambiar el mundo, amigo sancho, que no es locura ni utopía, si no justicia. Hace parte de nuestra realidad, esa realidad que adopto Smith en la visión histórica al progreso de la humanidad y que  aún hoy en día se conserva y perdurara hasta que el ingenioso hidalgo comprenda que   “No es de la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero que esperamos nuestra cena, sino de su relación con su propio interés. Nos dirigimos, no a su humanidad sino a su amor propio”.


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