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La
fisiocracia, que surge en Francia a mediados del siglo XVIII, puede ser llamada
la primera escuela sistemática del pensamiento económico. Los fisiócratas
fueron los primeros en reflexionar sobre
la actividad económica y en explicarla como una disciplina sujeta a
determinadas relaciones y leyes.
Las
fisiócratas consideraban que la tierra era la fuente única de las riquezas de
las naciones. Los economistas fisiócratas, como el francés Françoise Quesnay
opinaban que un pueblo sería más rico y más poderoso cuanto más tierra y mayor
producción agrícola tuviera. Estos rechazaban las manufacturas o el comercio,
diciendo que eran actividades estériles, que no dan fruto o no produce nada, ya
que las ganancias solo serían suficientes para reponer los insumos utilizados.
En el
Tableau économique, Quesnay formula una economía de flujo circulante entre las
distintas clases sociales. El elemento clave de esta circulación era el paso
del “excedente” o “producto neto” desde la clase productiva hasta la clase
disponible. En el modelo propuesto por Quesnay, el proceso de apropiación del
excedente tenía lugar por medio del establecimiento de impuestos que sufragaban
los gastos de la administración, o bien por medio de la renta de la tierra que
era percibida por los terratenientes.
Por otro
lado, el hecho de que en la doctrina fisiocrática la riqueza esté entendida en
términos físicos no significa en absoluto que se rechace el empleo de valores
monetarios. Al contrario, éstos son considerados de interés al facilitar las
relaciones de intercambio entre los agentes. Sin embargo, los fisiócratas consideran
que el mundo monetario no es más que un mero reflejo del mundo físico. El
excedente monetario se encuentra directamente ligado a la generación de
excedente de materia, siendo únicamente su expresión monetaria.
Los
fisiócratas no se conformaron con identificar y definir el producto neto como
fuente de riqueza, sino que, apoyándose en su visión circular de la economía,
ejercieron de precursores de los modelos de equilibrio general y de los
análisis de incidencia impositiva. Con relación a esto último y siguiendo la
lógica del análisis fisiocrático, el producto neto constituye la única fuente
de riqueza y, por lo tanto, será siempre éste el que en última instancia
soportará el impuesto.
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